El año 2012 partió temprano para quienes luchan, el ciclo de
movilización no fue abierto por los estudiantes que remecieron las
conciencias de la sociedad chilena el 2011 con las masivas
manifestaciones por la educación, sino por una huelga general de la
región de Aysén.
Luego llego el tiempo de los pobladores
que agrupados en la Federación Nacional de Pobladores (FENAPO) y otras
expresiones territoriales, a punta de cortes de ruta y asambleas luchan
por conquistar el derecho a la vivienda digna. Por su parte, los
trabajadores en lucha van avanzando en la reconstrucción de una práctica
independiente de los patrones con un marcado carácter clasista. Lo
mismo sucede con las múltiples protestas que comunidades en todo el país
han emprendido contra el empresariado que usurpa nuestros recursos y
contamina nuestras vidas con el apoyo y legitimación de la clase y
sistema político imperante.
Las expresiones nombradas, así como muchas otras, son síntomas inequívocos del despertar de nuestro pueblo de la pesadilla neoliberal por largos años mantenida tanto por la alianza, la concertación y sus aliados. Este despertar, este nuevo ciclo abierto por los pueblos de nuestro territorio, ha de ser sostenido y profundizado ya que solo en esas condiciones es posible pensar en la construcción de un proyecto de transformación radical. Lo anterior nos impone una serie de tareas siendo una de las inmediatas el evitar y combatir las intentonas de repliegue a las que nos convocan tanto los sectores dominantes como aquellas organizaciones al interior de los movimientos que pretenden mediante la introspección y el escudo de la evaluación quieta, conducirnos a un cierre o apaciguamiento del ciclo de luchas.
Ante eso las organizaciones que
pretendemos construir en el seno de las masas un horizonte
revolucionario hemos de apostar al sostenimiento de la ofensiva
política, de profundización de las fisuras abiertas en el sentido común,
afinando los métodos de lucha, extendiendo los espacios de encuentro
que desde la base se construyen. Lo anterior, no sólo con una intensión
sino con prácticas y acciones concretas que potencian la unidad,
mediante el reconocimiento de las organizaciones hermanas que desde
diferentes sectores sociales y tradiciones político-ideológicas asumimos
el horizonte mencionado.
No es momento de
defender nuestros feudos ni verdades ritualizadas, prácticas que
lamentablemente persisten en la izquierda de intención revolucionaria,
sino de construir, considerando las legítimas diferencias y entendiendo
que nuestras tesis y apuestas políticas se comprueban en la realidad,
los acuerdos políticos y programáticos necesarios para la conquista de
una nueva sociedad.
Insistimos en que estos marcos
reivindicativos, estos marcos de acuerdo deben darse desde el seno de la
organización popular que tiene como desafío superar la lógica gremial
avanzando en la articulación de luchas sectoriales. La
renacionalización de los recursos naturales, la lucha por una educación
pública, gratuita y de calidad para los hijos e hijas del pueblo
trabajador, vivienda, salud y trabajo digno son parte de aquellas
demandas sentidas la sociedad que tenemos que reforzar mediante la
movilización. Creemos también que acompañando y
politizando la lucha de masas, las diferentes expresiones de nuestro
pueblo tenemos que abrir una vía constituyente, un camino en el cual
vayamos dibujando las bases de una nueva sociedad, construyendo un
Proyecto Popular. Consideramos este ejercicio constituyente como un
punto de partida para las posteriores luchas del campo popular,
entendiendo a la nueva constitución como un paso táctico en el camino a
la emancipación de los pueblos.
Hoy no debemos
darle respiro a la clase dominante y sus gobiernos, lo que implica
utilizar todas las formas de lucha. Es necesario desplazar a los
sectores conformistas y reformistas de las instancias de dirección
formal de los movimientos sociales y constituirnos como un movimiento
con clara vocación de poder. Es por esto que creemos sumamente
necesario la disputa de los municipios por parte del pueblo organizado,
como espacio que nos permite tensionar el modelo existente elevando
nuestras demandas, instalando nuestras propuestas. Debemos seguir
luchando, organizándonos y encontrándonos desde los diversos esfuerzos
de base, apostando siempre a sostener la ofensiva. Hemos de sepultar el
proyecto neoliberal y a todos quienes lo han defendido, haciendo de las
fisuras en la hegemonía neoliberal un salto a la crítica de todo el
orden existente.
Las enérgicas y valientes
batallas emprendidas por los pueblos de nuestro territorio nos señalan
el camino, mostrándonos que no solo es urgente y necesario sino que
posible levantar un proyecto anticapitalista, un horizonte emancipador.
Un Nuevo Chile en el que el Pueblo Mande.
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