17 abr 2013

Corea del Norte: Poder disuasivo y defensa nacional

Por: Valentín Valdés

Las relaciones intercoreanas son de suma relevancia para la estabilidad regional asiática, ambos países han mantenido durante más de cincuenta años un estado de guerra permanente, que se ha cristalizado en varios sucesos que han puesto en peligro la débil estabilidad de la península y, con ella, la economía y política mundial.

Esta escena atípica en el contexto internacional del siglo XXI, es de relevancia mundial ante el poderío militar de los Estados involucrados, los cuales poseen armamento nuclear que permite una disuasión mutua: equilibrio de poder. A pesar del equilibrio militar y la no confrontación armada en gran escala, se lleva una guerra subterránea sumamente potente, la ideológica.

Entender el conflicto norcoreano es intentar vislumbrar acontecimientos fuera del contexto mundial, donde el poder militar es el único garante para la sobrevivencia de la RPDC, ante la constante amenaza y provocación de las fuerzas imperialistas que se dan en la península.

Las relaciones intercoreanas han empeorado desde la guerra de Afganistán y el quiebre de la mesa del “diálogo a seis bandas”; los conflictos van en aumento, elevando la tensión y el riesgo de una guerra entre las Coreas. La belicosidad de la República Popular y la incertidumbre de su programa nuclear, le dan una ventaja sobre la región, ya que esto le permite continuar con su proyecto político, social y económico en su territorio sin intervención extranjera. La semántica confrontacional contra EEUU y Corea del Sur, sumando la profundización del programa nuclear, son una muestra de la desconfianza existente y el peligro de un enfrentamiento militar que podría abarcar escalas inesperadas. A todo esto, se le agrega el intercambio comercial y militar de RPDC con países considerados “patrocinadores del terrorismo internacional” por parte de Occidente.

Ante la imposibilidad de lograr detener el programa soberano de la RPDC y la incertidumbre de las reacciones de Corea del Norte, es que el sistema internacional ha procurado sancionar a ésta por las distintas violaciones internacionales relacionadas con pruebas nucleares que profundizan la inestabilidad regional. El Consejo de Seguridad de la ONU ha sancionado en reiteradas ocasiones a Corea del Norte, pero poco resultado efectivo ha tenido sobre detener las pretensiones de la República Socialista.

En 2010 fue el clímax del recrudecimiento de las relaciones intercoreanas, ante dos acontecimientos que marcaron un enfrentamiento material entre ambas: uno, el hundimiento de un buque surcoreano Cheonan, dejando un saldo de 46 muertos y, el otro, el bombardeo de la RPDC a la isla surcoreana de Yeonpyeong. Los acontecimientos producidos durante el 2010, nos demuestran claramente que la RPDC busca la utilización del hard-power como herramienta disuasiva en la península, pero que a su vez, los ataques y enfrentamientos son de pequeña escala en comparación a la semántica utilizada por ésta.

Esta forma de actuar se debe interpretar como una forma de llamar la atención al sistema internacional y que, en el mejor de los casos, se traduzca en apaciguamiento mediante la ayuda humanitaria, en otras palabras, una salida política de la crisis.

La crisis actual de la península agrupa a varios actores que son de relevancia, tales como China, EEUU, Corea del sur y la RPDC. Todos estos tienen distintas visiones y formas de manejar a Pyongyang. Tenemos por un lado el imperio Estadounidense, ocupando militarmente durante más de 50 años la parte sur de la península, lo que impide cualquier intento de negociación política-pacífica en la resolución de conflictos y la reunificación coreana, producto de la dominación, instauración y prohibición de estas instancias, por medio de la imposición liberal/capitalista. Los movimientos del imperio se han basado en tres políticas, cuyos objetivos son: la de contención del régimen e impedir que se expanda tanto en lo ideológico, como en una expansión al sur en términos de régimen político. Para cumplir ambas tareas se han implementado tres procesos. El primero, proveniente desde la Guerra Fría, que es la deslegitimación ideológica mediante el bombardeo de propaganda, difundiendo mentiras tales como“El régimen de los Kim”, “Canibalismo diario”, “Fusilamientos a deportistas por perder en competencias internacionales”, “Campos de concentración” o “Totalitarismo stalinista”; todas estas jamás han sido comprobadas empíricamente y sólo se han basado en versiones de personas que no pueden revelar sus fuentes, al más puro estilo conspirativo; otras fuentes son las radios libres, las cuales fueron implementadas por EEUU en Asia en los años 60, para detener el avance de las guerrillas y las ideas de liberación socialistas. Segundo, las bases militares instaladas en el sur de la península y Japón son parte de la política de contención y, por último, la disuasión activa –implementada desde la administración Bush y continuada por Obama- que se basa principalmente en ejercicios militares en la frontera de ambas Coreas, lo que constituye una clara provocación por parte de Corea del Sur y EEUU.

La política exterior de la RPDC tiene como eje principal el fortalecimiento militar como mecanismo de autopreservación, esto le ha valido el aislamiento político, comercial y militar con el resto del mundo. Los países con los cuales tiene distintos niveles de relación, son Siria, Irán, Cuba, Rusia, China, Alemania, Inglaterra, Brasil, entre otros. El intercambio económico principalmente es con Siria, Irán y China. Esto permite un cierto blindaje a la RPDC, teniendo en cuenta una utilización mutua de carácter de preservación e impedir la hegemonía de EEUU en esa zona de Eurasia, salvaguardando los intereses de China y Rusia. Estos dos últimos países, a menudo son descritos como los principales aliados del régimen, lo cual alude a una hipótesis infundada de acercamiento político estratégico o pactos de cooperación, que permitirían una tercera Guerra Mundial. Tal hipótesis es totalmente falsa, dado que un acontecimiento de guerra en la península coreana no es conveniente para ningún Estado, esto implicaría la destrucción de la RPDC, el quiebre hegemónico de China en la región, una reunificación fallida de ambas coreas, y la imposición político, económico y militar de potencias occidentales. Geopolíticamente tendrían aislado a Rusia, China e Irán. Y un desastre económico, por el nivel de destrucción mundial ante el poderío militar del norte, entendiéndolo bajo el contexto de una interconexión político y económico a nivel mundial.

El actual clima de beligerancia que se vive en la península coreana, es importante tener en cuenta la implicancia del nuevo Secretario General del Partido de los Trabajadores de Corea, el recientemente asumido Kim Jong Un, quien, continuando con la tradición de la República Popular, donde el fortalecimiento del aparato militar es fundamental como pilar del Juche, ha realizado una nueva prueba nuclear subterránea en febrero del presente año. Como era de esperar, este hecho puso en alerta al mundo ante el constante perfeccionamiento del armamento nuclear de Corea del Norte y también, puso en jaque al imperialismo y los títeres de éste en el escenario mundial, ya que se imposibilita la invasión, como ocurrió en Libia, o una intervención indirecta, como está pasando con Siria. En ese escenario, al imperio Estadounidense no le queda más camino que el de las sanciones políticas y económicas a través de la ONU, para enfrentarse a Corea del Norte.

¿Cuál es el principal objetivo de RPDC? Establecer una mesa de diálogo con la cual obtener beneficios económicos, tales como ayuda alimentaria, deslegitimar a la ONU ante las condenas internacionales infundadas, cohesión ideológica interna ante la amenaza externa y dar entender a la comunidad internacional que las sanciones no producen el efecto deseado y que las instituciones internacionales son profundamente ineficaces al buscar el derrumbe de Corea del Norte por medios no militares.

Por último, cabe reflexionar cuál es la real amenaza para el mundo, si lo es la construcción de socialismo, donde el armamento es utilizado como método defensivo ante la constante amenaza de invasión y ataque por parte de EEUU y sus aliados, o aquellos países occidentales con armas nucleares que han invadido y saqueado durante más de doscientos años a los países subdesarrollados bajo sus propios intereses económicos y políticos, dejando un legado de guerra, muerte y tortura en la mayor parte del mundo y sus nefastas políticas económicas y sociales en beneficio de las élites nacionales e internacionales, que hasta el día de hoy se han mantenido en contraposición a los intereses de las trabajadoras y trabajadores de nuestros pueblos.

UN CRISTIANISMO PARA EL CAMBIO SOCIAL CHILENO

Por: Patricio Rubio, publicado en Revista Adelante.


El ayuno que yo quiero es este: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; compartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no despreocuparte de tu hermano” ISAÍAS 58; 6-7

Algunas/os intentan buscar la manera de demostrar en el actuar esta inquietud, sin encontrar forma, tratando de entonces plasmarla en el día a día. Otras y otros logran plasmar este llamado en la construcción de diversas instancias, como voluntariados y organizaciones, por ejemplo. Muchas de ellas con el objetivo de subsanar la condición de sufrimiento de hermanas y hermanos, pero no pudiendo hacerse cargo efectivamente de ella, al no lograr modificar su origen: el sistema económico, social y político que sostiene esta condición.

En este sentido, existe un sector cristiano (aún pequeño en comparación con la totalidad del mundo cristiano, pero no por ello menos importante) que se mueve y que actúa: tiene hambre y sed de justicia; pero así también, muchas/os de este mundo nos hemos visto impotentes al intentar cambiar esta realidad que nos inquieta. Es por ello que hemos mirado en dirección hacia la política, no sin prejuicios, no sin dudas, no sin miedos, pero con la convicción de que queremos hacer lo necesario para que nuestros pueblos tengan una vida digna, un buen vivir.
Es en este escenario que considero necesario preguntarnos, primero, ¿qué es lo que consideramos necesario cambiar, a la luz de nuestra fe y evangelio, en nuestra sociedad? Y siguiendo esta misma línea, ¿cómo es esta nueva sociedad que queremos construir? Creo necesario hacernos estas preguntas en nuestras comunidades, templos, parroquias. Que sea motivo para reflexionar en misas y cultos, para que como iglesias podamos en nuestra totalidad hacernos parte y cargo de nuestras realidades.

Se manifiesta como una necesidad, en el día de hoy, estas reflexiones para poder construir un nuevo discurso, que muestre a esas otras iglesias que yacen escondidas en la inquietud de muchas/os, inquietud que es signo de estos nuevos tiempos y que viene cargada de una renovación profundamente necesaria para nuestras iglesias. Un nuevo discurso que esté lleno de ese Cristo que vemos en pobres, en oprimidas y oprimidos, en las y los que sufren las injusticias; y que este discurso irradie también nuestro actuar como cristianas/os y el de nuestras/os prójimas/os en general.

De la mano de este nuevo discurso va también la necesidad de la construcción de una nueva ética política, que desde la identificación y discernimiento a la luz de la fe de las problemáticas que aquejan a nuestras/os prójimas/os, pueda contener en su seno esa nueva sociedad que muchas y muchos deseamos construir. Esta nueva ética política no solo debe estar pensada para la política en sí, sino para toda nuestra cotidianeidad, para así hacer frente como cristianos a los desafíos de nuestros tiempos.

Por todo lo anterior, y a modo de conclusión, es que a continuación quiero ofrecer a ustedes, tanto cristianos de las diversas iglesias, como también a creyentes de otras religiones y a no creyentes, una serie de temáticas que han surgido de esta inquietud de cristianas y cristianos a través de experiencias, del convivir comunitario, del trabajo cotidiano, con el fin de incentivar la discusión de estas temáticas en nuestros espacios.

A nivel social general hemos recogido las siguientes problemáticas y temas:

Pobreza, desigualdad social, neoliberalismo, capitalismo y la construcción de un nuevo modelo de desarrollo.
Diversidad sexual, matrimonio igualitario, respeto a los derechos de los LGBT.
Derechos de la mujer, igualdad de derecho en la diversidad, desigualdad en el trabajo, aborto, aborto terapéutico, métodos de anticoncepción.
Pueblos, naciones, culturas, luchas por tierras ancestrales, conflicto mapuche entre otros.
Animales y sus derechos.
Conflictos medioambientales como Hidroaysén, Monsanto, entre otros.
Nacionalización y renacionalización de recursos naturales.
Educación, movilizaciones estudiantiles, endeudamiento, democratización, etc.
Conflictos regionales y regionalismo, como Aysén, Freirina, etc.
A nivel de iglesias cristianas surgen los siguientes:
Ecumenismo, y cómo concretar éste en la construcción desde las bases de relaciones entre las iglesias, asumiendo sus diferencias, pero apuntando a compartir en conjunto el vivir el cristianismo.
Tejido social comunitario: construcción y reconstrucción de comunidades en el seno de nuestras iglesias.
Y como católico, dentro de nuestra Iglesia con hermanas y hermanos, han surgido una serie de inquietudes relacionadas a:
Cómo construir una Iglesia de las/os pobres y de oprimidas/dos.
Mujer y sacerdocio.
Institucionalidad eclesial y democracia.
Sacerdocio, sexualidad y voto de castidad: Pedofilia y la posibilidad del matrimonio a nivel sacerdotal.

Para finalizar, me parece mucho más crucial que la lectura de este pequeño artículo, el ser capaz de dialogar con la realidad social de nuestro país: que sea el Cristo actuante en nuestras hermanas y hermanos el que hable. Conversar con gente de organizaciones sociales y políticas, movimientos sociales, centros culturales, comunidades indígenas, organizaciones poblacionales, entre otras. Conocer la vida, los problemas de nuestros pueblos, y sus intenciones para cambiar esta realidad, es la mejor manera de poder leer los signos de nuestros tiempos y los desafíos que se nos presentan a nosotros como cristianos, para poder construir de mejor manera y con mayor fuerza el Reino de nuestro señor Jesucristo en la tierra. AMDG


Marxistas pero no comunistas

El problema de los inteligentes en el mundo de las ciencias sociales.
Por Gabriel Sanchez Antonucci, Publicado en rebelión.org

Todos sabemos que el marxismo paso de moda en los 80's, fueron momentos difíciles, muchos compañeros murieron asesinados por la dictadura, otros se fueron al exilio y se volvieron europeos, otros tantos se dieron rápidamente vuelta la chaqueta, muchos de esos últimos terminaron, paradójicamente, trabajando en altos cargos del Estado, incluso algunos, con tiempo y esfuerzo, llegaron a ser Secretarios Generales de Gobierno. Otros, los menos, siguieron siendo marxistas, en la clandestinidad de los años más duros primero, y en el silencio frío de la indiferencia después. Las universidades, otrora centros de ebullición social, donde daban clases profesores comprometidos y se formaban miles de estudiantes con vocación social y espíritu combativo, caían ahora estrepitosamente en el silencio adormecedor que les imponía la censura fascista. Se cerraron las carreras más problemáticas, en donde más profundamente había calado la “infiltración marxista”, las direcciones militarizadas se deshicieron de bibliotecas completas de facultades, escuelas y departamentos, se prohibió cualquier literatura sospechosa y los estudiantes fueron obligados a leer fotocopias con paginas corcheteadas, ahí donde se hiciera la mínima alusión al marxismo.

En las universidades, con el tiempo, los ex marxistas desilusionados, caían ruidosamente en el pos-estructuralismo y en posmodernismo, las universidades se llenaban de derrideanos, foucaultianos y nietzcheanos. 

Pero es hoy en Chile, en este caos de ebullición social, impulsado por miles y miles de estudiantes, en que la izquierda a crecido (para todos lados), en las universidades, los estudiantes más críticos optan por ser marxistas, los partidos políticos y los colectivos y organizaciones marxistas han crecido abundantemente y cada día su actividad política es cada vez más visible. Es por eso mismo que creo necesario hoy, más que nunca, revisar la idea de marxismo, y de su profunda concordancia con un horizonte comunista.

La opinión general sobre este hecho es que el abandono de la idea de comunismo se debe en primer lugar, a la gran desilusión que provocaron los “socialismo reales”, con sus glorias y atrocidades, pareciera ser que el compromiso político, lo que se pone en riesgo al decirse comunista, es demasiado grande. Pero ese es el problema de los inteligentes que solo piensan en términos de lo real, para los revolucionarios en cambio, lo real nunca debe estar por sobre lo posible, lo posible es siempre más importante que lo que de hecho ocurre u ocurrió, pensar en términos de lo posible es propio de los revolucionarios. Y lo posible es que el comunismo, una sociedad en que no hay luchas de clases, en que la opresión, la explotación y el sufrimiento no están contenidas en instituciones cosificadas, es absolutamente posible, por sobre, e incluso por fuera de los fracasos pasados. Pero en segundo lugar, la dificultad de los marxistas para decirse comunistas, radica que se asume una idea profundamente ilustrada de marxismo, se asume al marxismo como una suerte de método o de ciencia, se asume la diferencia weberiana entre ciencia y política.

Pero creo, por otro, que la tendencia a renegar de un horizonte político como lo es el comunismo, responde a la existencia de una profunda desconfianza en los órganos partidarios clásicos, y de una consecuente confusión entre estos y la idea general de comunismo. Los saltos tecnológicos en la producción, por otro lado, tuvieron un correlato en todos los momentos de la vida social, en un mundo pos-fordista, en que ya no es necesaria la homogeneidad generalizada para ejercer el poder y el dominio, han ido apareciendo diversas formas de heterogeneidad cultural, una heterogeneidad controlada y estimulada por el control, ahora en red, de los grandes bloques hegemónicos. Cualquier otredad que amenace con operar política, cultural o económicamente por fuera de los margenes establecidos, es rápidamente oprimido. 

Estos hechos han permitido que la intelectualidad, en particular la que se dedica a las ciencias sociales, se refugie en una idea profundamente ilustrada de marxismo, en la que el marxismo aparece como una suerte de ciencia verdadera, marco teórico o como mero método. Esta idea ilustrada ve al marxismo como mera opción teórica de la cual se sigue un cierto activismo político radical, lleva a imaginar a los marxistas solo como científicos (como Gramsci, Lukacs o Mariategui) o como vanguardia que dirige las masas populares. Al intelectual marxista le cuesta imaginar que el obrero italiano o el campesino nicaragüense también era marxista. Para los intelectuales, para los ilustrados, es necesario haber leído “El Capital” para ser marxista, una cuestión bastante difícil si consideramos que la mayor parte de los marxistas del siglo XIX y XX apenas sabia leer y escribir. 

Esta postura ilustrada en los cientistas sociales lleva a evitar los espacios más problemáticos en los que por ejemplo, Stalin o el Mariscal Tito aparecen como meros políticos, “no eran verdaderos marxistas”, “eran burócratas que deformaron el marxismo”. Lleva a pesar un “marxismo verdadero” frente a “desviaciones” o “deformaciones” de todo tipo.

¿Es el marxismo una ciencia?


El marxismo no es de suyo una ciencia, ni menos una disciplina social, a pesar de la existencia de una profunda matriz ilustrada en el marxismo del siglo XX, impulsada por la dogmatización que el propio marxismo necesitó para extenderse de manera masiva y homogénea en un mundo industrializado. Hay, en la historia del marxismo, un discurso cientificista, en el que se dice que el marxismo es científico, que hay comunismo científico, que hay socialismo científico. Sin embargo, tanto las características conceptuales como históricas difieren en un sentido muy profundo con el concepto y la historia de la ciencia, y en particular, de las disciplinas sociales. 

No es posible asimilar al marxismo a la ciencia en general, pero tampoco a las ciencias sociales como disciplinas, hay en la obra de Marx una serie de elementos que muestran su honda trascendencia sobre la racionalidad científica moderna, una forma ejemplar de entender esto es comparar la economía marxista con la economía burguesa. En la economía burguesa (en buenas cuentas científica) se asume como principio una estabilidad, una quietud permanente (competencia de agentes económicos en un contexto de igualdad de condiciones) frente a la cual aparecen elementos externos que luego son incorporados, como tales, a la teoría, las crisis económicas son entendidas como efectos de situaciones externas, como catástrofes naturales (inundaciones, sequías, terremotos), o simplemente como efectos de la subjetividad humana (temor de los inversionistas, conflictos militares, errores administrativos, etc.). En la economía marxista, en cambio, las crisis son un elemento inicial, el capitalismo es inestable de suyo y sus crisis no son coyunturales, son sistemáticas.

Mientras la economía científica se articula en torno a la idea de precio, y se desarrolla teóricamente en función de la necesidad de resultados técnicos y administrativos, el marxismo se articula en torno a la idea de valor de cambio, a diferencia del precio, que es un concepto local, que depende de un momento particular y que gira en torno a agentes individuales y particulares, valor de cambio es un concepto profundamente histórico en el que hay sujetos históricos, en que la historia misma no es un dato secundario, optativo y exterior, entendido como mero transcurso de tiempo. Al contrario de la economía científica que depende de la contingencia de un momento y un lugar empíricamente constatables, en el análisis marxista, las clases sociales y la lucha de clases son visualizables de manera plena solo a lo largo de un periodo histórico y solo en virtud del modo de apropiación que diferentes sujetos sociales tienen respecto del producto social. 

Pero la economía científica opera dentro de la racionalidad científica moderna, que al igual que las ciencias duras o las ciencias sociales, entienden al todo como una colección de cosas que existe en un estado de permanente quietud, cosas anteriores y exteriores a las relaciones que en realidad las fundan como tales, cosas anteriores y exteriores a los sujetos. 

Pero además, nunca hay consecuencias epistemológicas que no se sigan de actitudes o necesidades políticas, es perfectamente razonable que un científico opte por hacer ciencia en virtud de las necesidades técnicas de las empresas o del gran capital1, es perfectamente razonable que efectos epistemológicos, por muy mediocres que sean, se sigan de necesidades políticas efectivas. El marxismo como método de análisis contiene dos cuestiones que pueden ser diferenciables en determinado plano plano; que en su concepto no solo trasciende la racionalidad científica moderna, si no que su contenido teórico se sigue de una voluntad política radical, el marxismo es ante todo, una voluntad revolucionaria, no una mera teoría de la que se siguen consecuencias políticas, al contrario, es una voluntad política que se ha dado, a si misma, una teoría para operar ante la realidad. El marxismo no es una herramienta para “ver” el mundo, es una herramienta para “hacer” el mundo, para operar sobre el. 

Sobre la idea de comunismo
 
Alguna vez, hace mucho tiempo, los cristianos predicaron la “buena nueva”, la “buena nueva” consistía en que el Dios cristiano, que había venido a la tierra en la forma de un carpintero y que había sido perseguido y crucificado por andar hablando cosas raras, había resucitado en la “Ecclesia”, es decir en la comunidad cristiana. Como todos saben, con el tiempo, el cristianismo se expandió por Europa y duró mucho tiempo. Se llama comunismo, en su versión medieval, a la idea de propiedad comunal de los bienes, predicada por los cristianos primitivos, esta idea de comunismo recorrió toda la historia marginal europea durante la época medieval, sirviendo como fundamento religioso y político, por ejemplo, para grandes revoluciones campesinas hacia 1520 d.c.2 La idea medieval de comunismo tuvo un fuerte impacto entre la intelectualidad europea, en particular, en la alemana. Moses Hess fue uno de los últimos intelectuales predicadores de la propiedad comunal de los bienes en -el sentido medieval-, Marx, amigo cercano de Hess, pensó que la idea de la propiedad comunal de Hess calzaba muy bien en el mapa de sus propias formulaciones teóricas, la idea moderna de comunismo, la idea que ha primado durante los últimos 200 años, no solo estuvo profundamente impregnada del laicismo humanista de Marx, si no, por sobre todo, por que se especificaba la propiedad común de los medios de producción. Con el tiempo, la idea de propiedad comunal de los medios de producción fue apropiada por el movimiento obrero y por el marxismo, y usada como consigna político-teórica fundamental. 

La idea de comunismo, en principio, no tiene por que corresponder a un tipo de administración política en que un Estado de derecho centralizado posee la propiedad y el control de las empresas industriales, al estilo de la Unión Soviética, o en general, al estilo de los “socialismos reales”, en primer lugar, por que esa idea es muy posterior, fue promulgada por un economista italiano llamado Enrico Barone en 1908 y solo comenzó a ser aplicada a comienzos de la primera guerra mundial, y en segundo lugar, por que no hay razones para pensar que los medios de producción y la división social del trabajo tengan que estar obligatoriamente bajo el control social cristalizado en un Estado de derecho clásico. La lucha por el control de Estado no es el fin de una revolución socialista, es solo el comienzo. 

Ese hacer el mundo, contenido en la voluntad comunista, es precisamente el contenido que anima al marxismo que, ante todo, es ante todo una voluntad revolucionaria, una voluntad que tiene como centro fundamental, la idea de que solo un cambio radical en la realidad establecida puede alejarnos de la violencia estructural, de la infelicidad cosificada, de la explotación histórica, del dominio de clase, de la mediocridad permanente, y acercarnos a un horizonte en que la vida humana no sea sino abundancia de humanidad, un horizonte en el que la injusticia y la desigualdad no estén cosificadas en la historia, un horizonte en que la felicidad sea trazable en términos puramente íntersubjetivos y que no dependa de instituciones cosificadas y alienantes, un horizonte en que el producto social este administrado de manera absoluta por los que lo producen, no por burgueses o burócratas, un horizonte en que cada uno pueda desarrollar su humanidad en virtud de la sociedad que lo produce, una sociedad de entes libres, que se han enterado que hacen toda la historia. Esa sociedad es el comunismo, alejados ya de las derrotas pasadas, enterradas como mera nota pie de pagina en una la historia y un pasado que no necesitamos, el comunismo es puro futuro, contenido puro que debe ser llenado por nuestra voluntad. Por sobre la realidad mínima del pasado, por sobre las derrotas insignificantes, comunismo es la sociedad en que no hay explotación, en que la valorización de un sujeto no depende de la desvalorización cosificada de otro sujeto, en que la cosificación esta situada en la historia, y depende plenamente de la voluntad humana.


* Referencias: La mayor parte del contenido de este articulo corresponden a las ideas del profesor Carlos Pérez Soto, que se pueden encontrar en sus libros, todos disponibles en internet, en particular en “Para una crítica del poder burocrático. Comunistas otra vez”. LOM Ediciones, Santiago, 2001; “Sobre un concepto histórico de Ciencia. De la epistemología actual a la Dialéctica”. LOM Ediciones, Santiago, 2008; “Desde Hegel. Para una critica radical de las ciencias sociales”, Mexico, 2001; y “Proposición de un marxismo hegeliano”. Editorial ARCIS, Santiago. Y de manera más especifica, en otros artículos publicados bajo Ediciones Clinamen, que ha publicado textos del profesor bajo la iniciativa de Copyleft y de Creative Commos. Es posible además encontrar muchas otras de las ideas expuestas aquí en las cátedras que realiza en distintas universidades.

Notas:
1 Si, la elección que un individuo hace respecto de la totalidad que es el capitalismo es perfectamente racional, los marxistas no necesitamos argumentos éticos para criticar al capitalismo, se puede hacer política con criticas morales, pero no se puede fundamentar la política a partir de una ética, eso se lo podemos al Hogar de Cristo.
2Ver, por ejemplo, las revueltas campesinas en la Alemania medieval, impulsadas por Thomas Muntzer.

 
Powered by Blogger