Por: Patricio Rubio, publicado en Revista Adelante.
“El
ayuno que yo quiero es este: abrir las prisiones injustas, hacer saltar
los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos
los cepos; compartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin
techo, vestir al que ves desnudo y no despreocuparte de tu hermano” ISAÍAS 58; 6-7
Algunas/os
intentan buscar la manera de demostrar en el actuar esta inquietud, sin
encontrar forma, tratando de entonces plasmarla en el día a día. Otras y
otros logran plasmar este llamado en la construcción de diversas
instancias, como voluntariados y organizaciones, por ejemplo. Muchas de
ellas con el objetivo de subsanar la condición de sufrimiento de
hermanas y hermanos, pero no pudiendo hacerse cargo efectivamente de
ella, al no lograr modificar su origen: el sistema económico, social y
político que sostiene esta condición.
En
este sentido, existe un sector cristiano (aún pequeño en comparación
con la totalidad del mundo cristiano, pero no por ello menos importante)
que se mueve y que actúa: tiene hambre y sed de justicia; pero así
también, muchas/os de este mundo nos hemos visto impotentes al intentar
cambiar esta realidad que nos inquieta. Es por ello que hemos mirado en
dirección hacia la política, no sin prejuicios, no sin dudas, no sin
miedos, pero con la convicción de que queremos hacer lo necesario para
que nuestros pueblos tengan una vida digna, un buen vivir.
Es
en este escenario que considero necesario preguntarnos, primero, ¿qué
es lo que consideramos necesario cambiar, a la luz de nuestra fe y
evangelio, en nuestra sociedad? Y siguiendo esta misma línea, ¿cómo es
esta nueva sociedad que queremos construir? Creo necesario hacernos
estas preguntas en nuestras comunidades, templos, parroquias. Que sea
motivo para reflexionar en misas y cultos, para que como iglesias
podamos en nuestra totalidad hacernos parte y cargo de nuestras
realidades.
Se
manifiesta como una necesidad, en el día de hoy, estas reflexiones para
poder construir un nuevo discurso, que muestre a esas otras iglesias
que yacen escondidas en la inquietud de muchas/os, inquietud que es
signo de estos nuevos tiempos y que viene cargada de una renovación
profundamente necesaria para nuestras iglesias. Un nuevo discurso que
esté lleno de ese Cristo que vemos en pobres, en oprimidas y oprimidos,
en las y los que sufren las injusticias; y que este discurso irradie
también nuestro actuar como cristianas/os y el de nuestras/os
prójimas/os en general.
De
la mano de este nuevo discurso va también la necesidad de la
construcción de una nueva ética política, que desde la identificación y
discernimiento a la luz de la fe de las problemáticas que aquejan a
nuestras/os prójimas/os, pueda contener en su seno esa nueva sociedad
que muchas y muchos deseamos construir. Esta nueva ética política no
solo debe estar pensada para la política en sí, sino para toda nuestra
cotidianeidad, para así hacer frente como cristianos a los desafíos de
nuestros tiempos.
Por
todo lo anterior, y a modo de conclusión, es que a continuación quiero
ofrecer a ustedes, tanto cristianos de las diversas iglesias, como
también a creyentes de otras religiones y a no creyentes, una serie de
temáticas que han surgido de esta inquietud de cristianas y cristianos a
través de experiencias, del convivir comunitario, del trabajo
cotidiano, con el fin de incentivar la discusión de estas temáticas en
nuestros espacios.
A nivel social general hemos recogido las siguientes problemáticas y temas:
• Pobreza, desigualdad social, neoliberalismo, capitalismo y la construcción de un nuevo modelo de desarrollo.
• Diversidad sexual, matrimonio igualitario, respeto a los derechos de los LGBT.
• Derechos
de la mujer, igualdad de derecho en la diversidad, desigualdad en el
trabajo, aborto, aborto terapéutico, métodos de anticoncepción.
• Pueblos, naciones, culturas, luchas por tierras ancestrales, conflicto mapuche entre otros.
• Animales y sus derechos.
• Conflictos medioambientales como Hidroaysén, Monsanto, entre otros.
• Nacionalización y renacionalización de recursos naturales.
• Educación, movilizaciones estudiantiles, endeudamiento, democratización, etc.
• Conflictos regionales y regionalismo, como Aysén, Freirina, etc.
A nivel de iglesias cristianas surgen los siguientes:
• Ecumenismo,
y cómo concretar éste en la construcción desde las bases de relaciones
entre las iglesias, asumiendo sus diferencias, pero apuntando a
compartir en conjunto el vivir el cristianismo.
• Tejido social comunitario: construcción y reconstrucción de comunidades en el seno de nuestras iglesias.
Y como católico, dentro de nuestra Iglesia con hermanas y hermanos, han surgido una serie de inquietudes relacionadas a:
• Cómo construir una Iglesia de las/os pobres y de oprimidas/dos.
• Mujer y sacerdocio.
• Institucionalidad eclesial y democracia.
• Sacerdocio, sexualidad y voto de castidad: Pedofilia y la posibilidad del matrimonio a nivel sacerdotal.
Para
finalizar, me parece mucho más crucial que la lectura de este pequeño
artículo, el ser capaz de dialogar con la realidad social de nuestro
país: que sea el Cristo actuante en nuestras hermanas y hermanos el que
hable. Conversar con gente de organizaciones sociales y políticas,
movimientos sociales, centros culturales, comunidades indígenas,
organizaciones poblacionales, entre otras. Conocer la vida, los
problemas de nuestros pueblos, y sus intenciones para cambiar esta
realidad, es la mejor manera de poder leer los signos de nuestros
tiempos y los desafíos que se nos presentan a nosotros como cristianos,
para poder construir de mejor manera y con mayor fuerza el Reino de
nuestro señor Jesucristo en la tierra. AMDG
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