Por: Valentín Valdés
Las
relaciones intercoreanas son de suma relevancia para la estabilidad
regional asiática, ambos países han mantenido durante más de
cincuenta años un estado de guerra permanente, que se ha
cristalizado en varios sucesos que han puesto en peligro la débil
estabilidad de la península y, con ella, la economía y política
mundial.
Esta
escena atípica en el contexto internacional del siglo XXI, es de
relevancia mundial ante el poderío militar de los Estados
involucrados, los cuales poseen armamento nuclear que permite una
disuasión mutua: equilibrio de poder. A pesar del equilibrio militar
y la no confrontación armada en gran escala, se lleva una guerra
subterránea sumamente potente, la ideológica.
Entender
el conflicto norcoreano es intentar vislumbrar acontecimientos fuera
del contexto mundial, donde el poder militar es el único garante
para la sobrevivencia de la RPDC, ante la constante amenaza y
provocación de las fuerzas imperialistas que se dan en la península.
Las
relaciones intercoreanas han empeorado desde la guerra de Afganistán
y el quiebre de la mesa del “diálogo a seis bandas”; los
conflictos van en aumento, elevando la tensión y el riesgo de una
guerra entre las Coreas. La belicosidad de la República Popular y la
incertidumbre de su programa nuclear, le dan una ventaja sobre la
región, ya que esto le permite continuar con su proyecto político,
social y económico en su territorio sin intervención extranjera. La
semántica confrontacional contra EEUU y Corea del Sur, sumando la
profundización del programa nuclear, son una muestra de la
desconfianza existente y el peligro de un enfrentamiento militar que
podría abarcar escalas inesperadas. A todo esto, se le agrega el
intercambio comercial y militar de RPDC con países considerados
“patrocinadores del terrorismo internacional” por parte de
Occidente.
Ante la
imposibilidad de lograr detener el programa soberano de la RPDC y la
incertidumbre de las reacciones de Corea del Norte, es que el sistema
internacional ha procurado sancionar a ésta por las distintas
violaciones internacionales relacionadas con pruebas nucleares que
profundizan la inestabilidad regional. El Consejo de Seguridad de la
ONU ha sancionado en reiteradas ocasiones a Corea del Norte, pero
poco resultado efectivo ha tenido sobre detener las pretensiones de
la República Socialista.
En 2010
fue el clímax del recrudecimiento de las relaciones intercoreanas,
ante dos acontecimientos que marcaron un enfrentamiento material
entre ambas: uno, el hundimiento de un buque surcoreano Cheonan,
dejando un saldo de 46 muertos y, el otro, el bombardeo de la RPDC a
la isla surcoreana de Yeonpyeong. Los acontecimientos producidos
durante el 2010, nos demuestran claramente que la RPDC busca la
utilización del hard-power como herramienta disuasiva en la
península, pero que a su vez, los ataques y enfrentamientos son de
pequeña escala en comparación a la semántica utilizada por ésta.
Esta forma
de actuar se debe interpretar como una forma de llamar la atención
al sistema internacional y que, en el mejor de los casos, se traduzca
en apaciguamiento mediante la ayuda humanitaria, en otras palabras,
una salida política de la crisis.
La crisis
actual de la península agrupa a varios actores que son de
relevancia, tales como China, EEUU, Corea del sur y la RPDC. Todos
estos tienen distintas visiones y formas de manejar a Pyongyang.
Tenemos por un lado el imperio Estadounidense, ocupando militarmente
durante más de 50 años la parte sur de la península, lo que impide
cualquier intento de negociación política-pacífica en la
resolución de conflictos y la reunificación coreana, producto de la
dominación, instauración y prohibición de estas instancias, por
medio de la imposición liberal/capitalista. Los movimientos del
imperio se han basado en tres políticas, cuyos objetivos son: la de
contención del régimen e impedir que se expanda tanto en lo
ideológico, como en una expansión al sur en términos de régimen
político. Para cumplir ambas tareas se han implementado tres
procesos. El primero, proveniente desde la Guerra Fría, que es la
deslegitimación ideológica mediante el bombardeo de propaganda,
difundiendo mentiras tales como“El régimen de los Kim”,
“Canibalismo diario”, “Fusilamientos a deportistas por perder
en competencias internacionales”, “Campos de concentración” o
“Totalitarismo stalinista”; todas estas jamás han sido
comprobadas empíricamente y sólo se han basado en versiones de
personas que no pueden revelar sus fuentes, al más puro estilo
conspirativo; otras fuentes son las radios libres, las cuales fueron
implementadas por EEUU en Asia en los años 60, para detener el
avance de las guerrillas y las ideas de liberación socialistas.
Segundo, las bases militares instaladas en el sur de la península y
Japón son parte de la política de contención y, por último, la
disuasión activa –implementada desde la administración Bush y
continuada por Obama- que se basa principalmente en ejercicios
militares en la frontera de ambas Coreas, lo que constituye una clara
provocación por parte de Corea del Sur y EEUU.
La
política exterior de la RPDC tiene como eje principal el
fortalecimiento militar como mecanismo de autopreservación, esto le
ha valido el aislamiento político, comercial y militar con el resto
del mundo. Los países con los cuales tiene distintos niveles de
relación, son Siria, Irán, Cuba, Rusia, China, Alemania,
Inglaterra, Brasil, entre otros. El intercambio económico
principalmente es con Siria, Irán y China. Esto permite un cierto
blindaje a la RPDC, teniendo en cuenta una utilización mutua de
carácter de preservación e impedir la hegemonía de EEUU en esa
zona de Eurasia, salvaguardando los intereses de China y Rusia. Estos
dos últimos países, a menudo son descritos como los principales
aliados del régimen, lo cual alude a una hipótesis infundada de
acercamiento político estratégico o pactos de cooperación, que
permitirían una tercera Guerra Mundial. Tal hipótesis es totalmente
falsa, dado que un acontecimiento de guerra en la península coreana
no es conveniente para ningún Estado, esto implicaría la
destrucción de la RPDC, el quiebre hegemónico de China en la
región, una reunificación fallida de ambas coreas, y la imposición
político, económico y militar de potencias occidentales.
Geopolíticamente tendrían aislado a Rusia, China e Irán. Y un
desastre económico, por el nivel de destrucción mundial ante el
poderío militar del norte, entendiéndolo bajo el contexto de una
interconexión político y económico a nivel mundial.
El actual
clima de beligerancia que se vive en la península coreana, es
importante tener en cuenta la implicancia del nuevo Secretario
General del Partido de los Trabajadores de Corea, el recientemente
asumido Kim Jong Un, quien, continuando con la tradición de la
República Popular, donde el fortalecimiento del aparato militar es
fundamental como pilar del Juche, ha realizado una nueva prueba
nuclear subterránea en febrero del presente año. Como era de
esperar, este hecho puso en alerta al mundo ante el constante
perfeccionamiento del armamento nuclear de Corea del Norte y
también, puso en jaque al imperialismo y los títeres de éste en el
escenario mundial, ya que se imposibilita la invasión, como ocurrió
en Libia, o una intervención indirecta, como está pasando con
Siria. En ese escenario, al imperio Estadounidense no le queda más
camino que el de las sanciones políticas y económicas a través de
la ONU, para enfrentarse a Corea del Norte.
¿Cuál es
el principal objetivo de RPDC? Establecer una mesa de diálogo con la
cual obtener beneficios económicos, tales como ayuda alimentaria,
deslegitimar a la ONU ante las condenas internacionales infundadas,
cohesión ideológica interna ante la amenaza externa y dar entender
a la comunidad internacional que las sanciones no producen el efecto
deseado y que las instituciones internacionales son profundamente
ineficaces al buscar el derrumbe de Corea del Norte por medios no
militares.
Por
último, cabe reflexionar cuál es la real amenaza para el mundo, si
lo es la construcción de socialismo, donde el armamento es utilizado
como método defensivo ante la constante amenaza de invasión y
ataque por parte de EEUU y sus aliados, o aquellos países
occidentales con armas nucleares que han invadido y saqueado durante
más de doscientos años a los países subdesarrollados bajo sus
propios intereses económicos y políticos, dejando un legado de
guerra, muerte y tortura en la mayor parte del mundo y sus nefastas
políticas económicas y sociales en beneficio de las élites
nacionales e internacionales, que hasta el día de hoy se han
mantenido en contraposición a los intereses de las trabajadoras y
trabajadores de nuestros pueblos.