
Las movilizaciones del 2013 han demostrado que el
proceso de reflujo del movimiento social, posterior al estallido del
2011, no alcanzó los niveles planteados por los fatalistas
pronósticos que la historia de las últimas décadas nos ha enseñado
a proyectar. Pese a los reacomodos del discurso burgués en su afán
de asimilar y neutralizar la demanda social, así como de sus
maniobras políticas ejecutadas desde el Estado para desarticular las
luchas emprendidas, el movimiento sostiene hoy, con nuevos ritmos, su
proceso de maduración y fortalecimiento. Así se ha dejado ver con
la reaparición de un movimiento estudiantil que volvió a copar las
calles...